miércoles, 22 de diciembre de 2010

¿Conocemos el conocimiento que enseñamos?


El titulo paradójico de este texto surge en el contexto de las reflexiones que desde hace un tiempo vienen a mi cabeza respecto al conocimiento y su trasmisión en una sociedad cada vez más globalizada y conectada gracias a la tecnología operante. Y es que si bien la trasmisión del conocimiento es un acto que trasciende a lo pedagógico en cuanto a la didáctica y la instrucción y se inserta en lo social y cultural al trasmitir la sabiduría existente, este proceso históricamente se ha generado en una sola dirección que se puede manifestar en su máxima expresión en la relación maestro y aprendiz. Dicha relación dialéctica y consensual se ha basado en una relación de reciprocidad de la intencionalidad de un acto educativo entre la sabiduría (el saber) del maestro e ignorancia del aprendiz(1) (el conocer). En este contexto, el conocimiento siempre entonces ha fluido hacia un solo sentido, lo cual ha estructurado la configuración e institucionalización de las organizaciones que se han dedicado a la trasmisión de este, vemos así por ejemplo que la concepción actual del concepto de escuela (no su origen semántico) se relaciona con el concepto de la escolástica (2), movimiento teológico y filosófico que intentó utilizar la filosofía grecolatina clásica para comprender la revelación religiosa del cristianismo en un contexto donde el principal saber a trasmitir era de tipo religioso, vale decir a través de ella se determinaba cuales eran los conocimientos que debían ser trasmitidos a los alumnos. Así desde hace muchos años nuestras instituciones encargadas de enseñar han sabido orientar el curso de sus enseñanzas pues la pendiente siempre iba para un mismo lado. Sin embargo desde hace algunos años algo empezó a cambiar, primero se manifestó como una innovación tecnológica que se proyectaba con múltiples aplicaciones y potencialidades para la vida moderna (primero en el ámbito militar, luego en el civil) el asunto es que la irrupción de internet y al acceso a toneladas de información desato el primer gran movimiento en el reino de la certeza: la información existente se duplicaba de manera exponencial en millones de sitios y espacios digitales a la vez , por lo cual ante tal avalancha de datos deberíamos saber navegar por ese océano de información, y no solo eso, las instituciones encargadas de la formación comprendieron que debían adecuarse a estos tiempos e ingresar de manera conjunta a la era digital del conocimiento, fenómeno y estructura se hacían entonces evidentes y era necesario ser parte de ellos, o del software o del hardware, programa o fierro, lo importante es estar ahí y marcar presencia institucional, nos encontramos entonces con una interesante interrogante a resolver, ¿bajo que paradigmas comprenderemos lo que está pasando?, fácil bajo lo que conocemos y nos es familiar, la certeza es necesaria y nos da estabilidad, generemos entonces una escolástica computacional, un solo mensaje, un mismo sentido, bienvenida Web 1.0. Así esta revolución no fue tan caótica como algunos esperaban, otros recordaron que algo similar sucedió cuando apareció la televisión y se creía que su incorporación en los procesos de enseñanza y aprendizaje marcarían un antes y un después, pues bien nada grave había pasado, los profesores de las diversas instituciones educativas (escolares o superiores, públicas o privadas) no serían cambiados por un CD-ROM (Su sabiduría no cabria en tan pocos megas y todavía no se había inventado el DVD ni menos el Blue ray), pero debemos ser justos, algo cambio, o mejor dicho emergió una nueva forma de enseñar y aprender, el aprendizaje en formato electrónico, el e-learning que buscaba poder conjugar las potencialidades de una emergente multimedia con las metodologías de enseñanza y planificación curricular existentes, bienvenido entonces a esta historia el diseño instruccional aplicado a la tele formación, pero.. ¿Dónde y cómo hacemos esto?, fácil en plataformas de aprendizaje diseñadas para ello (algo a así como los abuelos de los LMS tradicionales como Moodle, Dockeos, e-training, etc), el resultado, el surgimiento de una industria pujante e innovadora que consigue romper las barreras del tiempo y el espacio para llegar a más estudiantes con sus programas de formación. Desde ese momento, poco a poco los centros de formación superior empezaron a comprender que se había abierto una puerta para generar nuevos productos educativos que vender (recordemos que bajo este axioma el conocimiento es poder y el poder se vende) se rompían entonces las barreras del tiempo y el espacio y ahora estas aulas virtuales pueden albergar 300 o más alumnos, pues el espacio físico ya no es un obstáculo, el negocio está a la vista más alumnos en un mismo curso, ¿y la reflexión epistemológica? bien gracias, solo debemos emular a través de las plataformas de aprendizaje el modelo escolar y de eso ya se sabe mucho.
Pero a diferencia de la televisión educativa, algo paso, el desarrollo de la Web no se quedó ahí, surgió así una nueva revolución, una de conceptos, de direccionalidad de la información, la llamada web social o 2.0 que tubo rápidamente su eco en una sociedad ávida se saber, en la cual se conjugo información y conocimiento para conformar la sociedad del conocimiento, ahora entonces el caos se hace parte de nuestra realidad informática y en este contexto entrópico la única certeza es la incertidumbre con la cual miramos un futuro, siempre emergente y multidimensional, ya no basta hablar de maestro y aprendiz, hablamos de ecologías de aprendizaje en las cuales los estudiantes (que somos todos ) generamos un entrono personal de aprendizaje a través de la red, generamos conocimiento y lo compartimos, democráticamente, abiertamente, pajes y reyes, académico o trivial, el asunto es que cada uno tiene la libertad de elegir lo que quiere, surgen entonces nuevas competencias: debemos saber ahora no solo navegar por el océano, debemos aprender a pescar en él y no naufragar. ¿Y las reflexiones epistemológicas y pedagógicas?, ¿donde están? ¿Qué están haciendo los centros de estudio al respecto?... poco , salvo ver que hay mas potencialidades en la multimedia, el formato y los canales de comunicación, la didáctica sigue siendo la misma, salvo que ahora se genera con preocupación, el enemigo a destruir no es la televisión ni los CD y Blue ray (ya inventados) son los mismos estudiantes, todos los usuarios de la red que han tenido la osadía de cambiar las reglas del juego apoyados por los software de la Web social, nacidos bajo esta nueva filosofía de ser productores y consumidores, se afecta entonces el equilibrio ecológico de la industria del saber, pero solo algunos se han dado cuenta de esto, otros, los más ni se percaten o fingen no hacerlo (el cambio siempre ha sido resistido) hace un año atrás Inma Tubella , rectora de la Universidad Oberta de Cataluña (UOC) escribió una columna en el diario el país de España, la cual llamo: “Los profesores en la época en el nombre de la Rosa” (en alusión al notable libro de Huberto Eco) en ese documento señalaba que “la universidad ha perdido el monopolio del conocimiento, hoy los profesores tenemos dos alternativas, o envenenamos el teclado de los ordenadores de nuestros alumnos con la esperanza que todavía se chupen el dedo, o asumimos nuestro nuevo e interesante papel de mentores experimentados y acompañantes metodológicos, más preocupados en enseñarles a gestionar y completar el conocimiento disponible y a desarrollar su capacidad crítica que en enseñarles a memorizar unos conocimientos como si fueran una verdad única”. Sin embargo pocos han entendido lo importante de esta reflexión y peor aún las instituciones de formación no han hecho mucho al respecto , tanto para formar y/o actualizar a los docentes para esta sociedad del conocimiento y la irrupción de los nativos digitales en el aula, ni mucho menos para incorporar esta reflexión a sus planes de tele formación vía e-learning y es que la universalidad de las universidades poco a poco se ha ido perdiendo (por lo menos en Chile) los centros universitarios de han transformado en centros de negocio (lo cual no es per se necesariamente malo) donde la infraestructura en muchos planteles ha mejorado notablemente (para atraer a más estudiantes) se han dotado sendas salas de computación y conexiones inalámbricas pero el método de enseñanza sigue siendo el mismo , el antiguo , el del siglo XIX como señala Sir Ken Robinson que estuvo hace uno días de paso por nuestro país entregando sus siempre útiles reflexiones a cuanto gamers y amante de la tecnología lo quisiera escuchar después de ver tanto celular y consola funcionando en conecta 2010, y es que eso demuestra la seriedad con que se toman las cosas, hablamos de gestión del conocimiento y hacemos poco o nada para fomentarlas, hablamos de inteligencia colectiva y desconozco lo que sabe el que está a mi lado, las universidades hablan de pluralismo y vanguardia y bajo estos conceptos consideran que basta con permitir extensiones y percing de sus estudiantes o en hacer una cuenta en facebook o twitter para contarle a los estudiantes las nuevas carreras que abrieron y sus convenientes aranceles, mientras los docentes ¡miran aterrados¡¡¡¡¡ a ese estudiante que abre su ordenador portátil y en empieza a complementar en clases la materia que el solemnemente dicta. Si vemos a las empresas el panorama no cambia mucho, se habla de managemenet 2.0 pero los funcionarios (o colaboradores) tienen bloqueado al acceso a cualquier programa que suene a web social para evitar así que chateen, suban fotos, lean el diario , vean videos y compartan con otras personas, en fin poco hacemos por facilitar la fluidez del conocimiento, nos resistimos al cambio y tildamos de complejo a aquellos que queremos cambiar, pero no discrepo de todo, si en algo estoy de acurdo es en eso, es un tiempo complejo, incierto y caótico , estamos frente a una sociedad y economía en red que nos pone como docentes frente un nuevo rol y planteamientos sobre el aprendizaje, estos nuevos planteamientos implican por cierto nuevas competencias que a mi juicio no solo son tecnológicas, implican un desarrollo eminentemente cognitivo en nosotros y nuestros alumnos (debemos aprender a aprehender la información de utilidad, procesarla, hacerla conocimiento y compartirla), la emoción no esta exenta, debemos generar redes, conectar emociones, esto no es solo bit es aprendizaje en red, la tarea es compleja, por cierto, pero creo ciertamente en una frase que hace poco leí en un blog “Aprender a vivir en el caos no significa aprender a controlarlo, ni a predecirlo. Al contrario (…) somos parte del caos, no nos podemos considerar como elementos aparte”.
Es por ello y por mucho más que ahora que termino estas líneas sigo haciendo las mismas preguntas, pero ahora más dirigida a los centros de estudios en los cuales se espera se deposite el saber: ¿Que conocen del conocimiento? y ¿cómo esperan enseñarlo en esta sociedad del siglo XXI?

(1) Del latín ignorare -"no saber derivado negativo de la raíz gnō- de (g)noscere -"saber” y suele entenderse de forma general como ausencia de conocimiento.

(2) Del latín scholasticus, y éste a su vez del griego σχολαστικός [aquel que pertenece a la escuela]

No hay comentarios: