viernes, 8 de marzo de 2019

¿Qué es la andragogía?

Hoy entendemos por andragogíaa la disciplina que se ocupa de la educación y el aprendizaje del adulto. De esta manera, se establece una diferencia con el concepto de pedagogía,el cual se aplica a la educación del niño (como lo establece su etimología).

De acuerdo a Ortiz Jiménez, citado por Cazau[1]: "El concepto de andragogía es un neologismo propuesto por la UNESCO en sustitución de la palabra pedagogía, para designar la ciencia de la formación de los hombres, de manera que no se haga referencia a la formación del niño, sino a la educación permanente".

El siguiente cuadro nos muestra la diferencia etimológica que mencionamos anteriormente:





 Para seguir profundizando en esta diferenciación de conceptos se presenta a continuación un cuadro extraído desde el sitio Web del Sence[2]y que muestra las diferencias entre un acto pedagógico orientado hacia la educación escolar formal y un acto andragógico. La idea ha sido no exponerlos de manera antagónica, sino más bien establecer algunas características diferenciadoras que faciliten la comprensión de ambos conceptos.

  

Diferencias entre el acto pedagógico y el acto andragógico


ACTO PEDAGÓGICO
ACTO ANDRAGÓGICO
• Niño / Joven
• Formativo
• Educador: Formador
• Desarrollo de la individualidad
• Traspaso de contenidos
• Acepta
• No discrimina
• Obligado
• Dependiente
• Escasa experiencia
• Dispone de tiempo
• Utilidad mediata
• Necesita ayuda, orientación.
• Adulto
• Orientador
• Educador: Facilitador
• Visión de la vida
• Intercambio de experiencias
• Cuestiona
• Selecciona
• Libre / Voluntario
• Independiente
• Con experiencias
• Tiempo limitado
• Utilidad inmediata
• Responsable de sus actos.
Fuente: Departamento de Capacitación en Empresas, Sence

Podemos darnos cuenta de que la andragogía es una disciplina que estudia la planificación, aplicación y evaluación de intervenciones educativas con adultos, las cuales se insertan en un contexto psicosocial diferente al del educando escolar, a la vez que se relacionan con una formación permanente para la vida.

Por ello, su modelo responde ampliamente a los requerimientos de la formación continua, la cual se entiende como todas “aquellas formas de enseñanza o formación seguidas por las personas que han dejado la educación formal a un nivel tal, que están ejerciendo una profesión o que han asumido responsabilidades de adulto en una sociedad dada”(UNESCO, 1993). 

Esta disciplina se hace cargo de los estudiantes adultos, quienes personifican la creciente preocupación por el desarrollo de los recursos humanos en una sociedad marcada por la globalización y por el crecimiento exponencial del conocimiento y la información. 

La andragogía ha evolucionado junto con otras ciencias humanistas como la psicología, por lo que podemos observar influencias de los enfoques constructivistas y cognitivistas del aprendizaje (y actualmente el conectivista, ligado al aprendizaje en red en una sociedad del conocimiento).

Desde esta perspectiva, las teorías andragógicas se preocupan del contexto en el que se realiza la formación, el clima predominante, las motivaciones y necesidades de los participantes, sus conocimientos previos, sus habilidades cognitivas frente al aprendizaje, los diversos estilos cognitivos y las potencialidades de las redes sociales para el aprendizaje. Todos estos elementos pueden actuar favorable o desfavorablemente en una experiencia de formación, por lo que considerarlos permitirá al tutor apoyar las actividades educativas.

Por otra parte, de acuerdo a esta corriente, al momento de dar inicio a un proceso de tutoría es necesario considerar la interacción con los pares, la negociación y la validación de conocimientos, la flexibilidad cognitiva y social, el reconocimiento de la dimensión individual del proceso de aprendizaje y la primacía en la coordinación de los procesos colectivos que se llevarán a cabo.



El proceso de aprendizaje en los adultos


Como hemos visto, la educación ya no se reduce al período escolar del niño y el adolescente. Aprender implica un cambio permanente que se produce a lo largo de la vida del aprendiz. En este sentido, la educación de adultos es concebida como un proceso continuo que consiste en adquirir conocimientos sobre el mundo que nos rodea y en utilizar la experiencia pasada para organizar una nueva representación de esos conocimientos e integrarlos en nuestra vida.

El aprendizaje involucra no sólo las capacidades cognitivas del ser humano, sino también las síquicas, afectivas y sociales. Cada uno de nosotros aprende según su origen, su edad, su historia, su capacidad de comprender el mundo que le rodea.

De esta manera, los nuevos conocimientos establecerán relaciones con la información anterior, obteniendo nuevos significados y nuevas respuestas. Sólo así, estos (los nuevos conocimientos) podrán producir un efecto sobre el conjunto de nuestra existencia, cambiando nuestra percepción, comportamiento y cuyo resultado será una nueva toma de conciencia.

Por todas estas razones el aprendizaje debe ser un proceso interno que respete el ritmo del estudiante, los tiempos y los espacios propios.  Es importante entonces comprender que el aprendizaje en los adultos surge a partir de una necesidad personal, por una genuina motivación por instruirse, que es muy propia y particular.

A diferencia de los niños, los adultos tienen conciencia de sus necesidades educativas y son lo suficientemente maduros como para seleccionar los medios para educarse y decidir de qué forma desean hacerlo. Además, están adecuadamente experimentados a través de la vida y el trabajo, lo cual les permite razonar y aplicar conocimientos particulares a su rango de experiencia, para ser capaces de escoger cuándo y dónde estudiar y aprender, pudiendo medir los costos de dicho aprendizaje (ya sea en términos de tiempo, dinero u oportunidades perdidas). 

Frente a esto, no solamente es el educador o tutor quien debe modificar sus prácticas tradicionales de enseñanza y adaptarlas al estudiante adulto, sino que también este último debe acomodarse a esta nueva situación, pasando de un rol pasivo, de mero receptor de información (como el desempeñado durante su periodo escolar), a un rol mucho más participativo y activo, convirtiéndose en el centro y en el responsable de su propio proceso de aprendizaje. 

Esto último determina el sentido profundo de la función que cumplen los tutores en educación a distancia (y que analizaremos en profundidad en el módulo 5 de este curso): convertirse en facilitadores y favorecedores de un proceso de aprendizaje que será llevado a cabo por el propio estudiante adulto.


Características del adulto que aprende

Este nuevo concepto de educación desafía a quienes trabajan con adultos a reflexionar sobre las debilidades que presentan las actuales prácticas pedagógicas y a descubrir aquellas características de los adultos que favorecen un sistema de enseñanza más horizontal y participativo. 

A partir de lo anterior, revisaremos algunas de las características de los adultos en situaciones de aprendizaje(Knowles, 1995):

Predisposición para el aprendizaje.El adultoexperimenta la necesidad de conocer o ser capaz de realizar algo de manera más efectiva; ha alcanzado un grado importante de autonomía y, en función de ella, es capaz de tomar a su cargo variados aspectos del aprendizaje. Además, el adulto toma sus decisiones, hace elecciones y asume la responsabilidad de ello. Este aspecto es el que determina su rol como participante activo y como centro de su proceso de aprendizaje. 

El adulto posee experiencias que constituyen un recurso importantísimo para  proceso de aprendizaje, pues sirven como referente para relacionar los nuevos conocimientos. Siempre debe considerarse el hecho que el adulto no es un papel en blanco (o tábula rasa, como ya mencionamos) y que, por el contrario, se enfrenta a esta situación de aprendizaje con mucha información y conocimientos adquiridos que, de una u otra manera, se confrontan con los nuevos datos que va recibiendo. 

 La capacidad y la motivación del adulto para aprender. Normalmente esta motivación se la relaciona con condiciones externas, como por ejemplo exigencias de trabajo. Pero también existen disposiciones internas muy profundas como son la necesidad de elevar la autoestima, de obtener el reconocimiento de otros o mejorar la calidad de vida, entre otros aspectos. El adulto que se incorpora a un proceso de aprendizaje sabe lo que quiere y lo que necesita, por lo que su interés en aprender influye positivamente en el desarrollo del proceso. 

La orientación del aprendizaje en función de tareas puntuales y específicas. El adulto tiene necesidades propias y, por lo tanto, percibe la utilidad del aprendizaje en una aplicación inmediata. Es de vital importancia que el estudiante adulto sienta desde el comienzo de su proceso de aprendizaje que sus necesidades serán satisfechas, es decir, que dicho proceso será capaz de proporcionarle aquello que busca. El adulto mira la formación como un camino para mejorar su capacidad de resolver problemas y afrontar el mundo actual.

Para el adulto que aprende adquiere gran valor el hecho que su aprendizaje esté centrado en las actividades propias de su vida, sean estas de tipo laboral o personal. En consecuencia, lo más apropiado para el aprendizaje de este tipo de estudiante es incluir actividades y ejemplos de situaciones reales, de modo que pueda analizarlas y vivirlas de acuerdo con su proyecto personal de vida y con las experiencias acumuladas. Sólo bajo estas condiciones, el proceso de aprendizaje cobra gran importancia y se hace significativo para el adulto.

 

Los determinantes personales del aprendizaje en los adultos

Actualmente la preocupación de los estudiosos del aprendizaje se ha trasladado desde una visión centrada en el control de la conducta que cambia, hacia una perspectiva enfocada hacia el crecimiento humano. Esta última visión se traduce en la adquisición de competencias y en la actualización del potencial humano. Todo esto teniendo como base la naturaleza social de todo el proceso de aprendizaje.

Así, aparecen ciertos factores determinantes del aprendizaje en adultos que pueden influir favorable o desfavorablemente y están presentes en todo acto de aprendizaje. Estos factores son tanto medioambientales como de orden personal. Los primeros (los medioambientales) requieren que las personas nos adaptemos a lo que nos rodea; los aspectos personales, en tanto, precisan que nos conozcamos a nosotros mismos. Es por ello que en esta oportunidad hemos querido enfocarnos en estos últimos (los factores personales).

Entre los determinantes de orden personal encontramos los siguientes:

·     Objetivos claros y concretos, elegidos y valorizados.Como ya se ha dicho, el adulto sabe por qué y para qué está en una situación de aprendizaje.

·  Logros y éxitos deseados intensamente o con ansiedad. Producto de su alta motivación, cada logro alcanzado implicará una ganancia inmediata y una necesidad satisfecha.
·     Preocupación ante el fracaso. El adulto tiene plena conciencia de la importancia de un aprendizaje exitoso y valora la posibilidad de seguir aprendiendo a pesar del paso de los años, por lo que el fracaso es una preocupación constante.

·     Posible susceptibilidad e inseguridad ante las críticas. Como lo demuestran trabajos como los de Knowles (1990) y otros especialistas en esta materia, a los adultos les resulta mucho más fácil aprender cuando se consideran a sí mismos como competentes en su aprendizaje y cuando se les reafirma esa autopercepción. Ellos necesitan constantemente recibir retroalimentación positiva respecto de sus procesos, ya que muchas veces se sienten inseguros ante un nuevo desafío de aprendizaje después de tanto tiempo de estar alejados de los sistemas de enseñanza.

·    Fuentes de conocimientos heterogéneas.Cada uno de los estudiantes adultos trae consigo una gran diversidad de experiencias y de conocimientos. A la luz de sus propias vivencias estos estudiantes pueden realizar una interpretación particular y personal de los nuevos conocimientos aprendidos. Esta condición resulta muy enriquecedora al momento de generar actividades colectivas que impliquen un intercambio de opiniones y de reflexión en torno a un tema dado.

·     Perseverancia frente a las dificultadesque se presentan durante el proceso de aprendizaje. Dadas sus peculiares características como estudiante, el adulto buscará distintas alternativas para revertir situaciones complicadas que pongan en riesgo el cumplimiento de sus objetivos. Por ejemplo, releer un párrafo cuando en la primera lectura no se ha comprendido completamente el contenido, o comunicarse con su tutor o compañeros de estudio para recibir apoyo.

·     Necesidades relativas a la estructura de los contenidos. El adulto requiere aprender a su ritmo, lo que necesita y en el momento en el que elige hacerlo, siguiendo paso a paso su propio proceso junto a la ayuda de un guía. Demasiados estímulos, demasiada información pierde gradualmente su eficacia, por lo que el contenido debe presentar una estructura tal que permita ser abordado de acuerdo a los ritmos, estilos y capacidades del estudiante.


En conclusión, en el ámbito de la capacitación corporativa  estamos frente a un nuevo escenario en el que se hace necesario buscar nuevas alternativas de enseñanza que sean capaces de satisfacer las necesidades particulares de los  estudiantes adultos, atendiendo sus características, el entorno en el que se desenvuelven y sus estilos de aprendizaje. 
En este sentido toma especial importancia reconocer a los adultos como un tipo especial de estudiante, con necesidades específicas de formación, capacitación y actualización constante, y con características particulares derivadas de su condición de tal (ser adulto).

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